Son las 5:45 del Domingo 27 de Noviembre. Hace frío. Hoy vamos a la Localidad Malagueña de Tolox, enclavada en el corazón de la Sierra de las Nieves. Tomamos una carretera serpenteante que nos acerca hacia nuestro reto. De reojo miramos el termómetro. En el paso del Puerto de las Abejas, la temperatura era de -1.5ºC…..frío….mucho frío….pero eso no nos preocupa demasiado…ya lo conocemos, nos hemos visto ya antes.
Recogida del dorsal. Tienen preferencia los que van a hacer los 40 km. Ellos salen a las 9:00. Nosotros a las 9:30. Con mas nervios que frio, nos cambiamos y vamos corriendo hacia la línea de salida. Los primeros ya están por la montaña.
El speaker está hablando, hay mucha expectación, la gente nos mira,, no sé si con admiración o como quien mira a unos locos (no me gustaría indagar mucho)….”todo lo que hacemos en esta vida, tiene su eco en la eternidad”, con estas palabras da el pistoletazo de salida. Para nosotros ha comenzado la carrera. Tolox se asoma a la puerta y nos anima. Los primeros metros discurren entre sus calles, y nos conducen a las afueras, a la montaña. Ese tramo inicial es una empinada cuesta; una calle, una revuelta, otra calle, nos animan mucho….y así casi sin darte cuenta….ya estás frente a ella. Una rampa, sólo una….de 6 km, con pendientes del 30%....ahí es nada. La organización publicó en la página oficial de la prueba, un aviso para los corredores: “hay que tener cuidado, ir guardando fuerzas hasta el km 8, rampas duras, frio, mucho desgaste…..”pero eso es lo que pone en la página web, que lees tranquilamente en tu sofá, pero cuando llegas allí y miras hacia arriba….madre del amor hermoso……..
Poco a poco, paso a paso, vamos subiendo. Esta vez nos hemos ayudado de unos bastones diseñados para Trail. Te ayudan a mantenerte erguido, y la verdad funcionan, sólo nos falta pulir un poco la técnica de correr con ellos cuando no los necesitas, pero eso es otra historia.
Se puede escuchar la respiración de la persona que llevas a tu lado. La montaña hoy estaba en calma. Nos ha respetado. Los metros se hacen interminables, y digo metros, porque no puedes pensar en kilómetros…..se hacen amigos por el camino. Nuevos amigos, que al igual que tu, van sufriendo, y solo pueden pensar una cosa: ¿Dónde está el famoso kilometro 8?. ¿Cuánto falta?...parece que hemos llegado arriba….noooooooo, ahora hay que subir por un cortafuegos. Rampa durísima, que si tuviera un grado mas de pendiente, habría que subirla con un arnes o ayudado de un piolet, nos hace pupa…mucha pupa. Al final…..el km 8. El avituallamiento. La ansiada bebida isotónica y la riquísima fruta. Sabe a gloria bendita. Si no fuera por la carrera, me quedaba allí, hasta hartarme, y luego bajaría silbando, tranquilamente. Mientras repongo fuerzas, muy desgastadas por la dura subida, veo a un viejo conocido: El pico Torrecilla. Ya nos hemos visto antes. Desde arriba también se ve el mar….¡y Sierra Nevada!. Estamos a mucha altura. De reojo miro atrás y vuelvo a mirar al cortafuegos….desde este momento también eres un “cortarespiración”, le espeto. Me marcho.
A partir de ahora, vamos hacia abajo. Un sendero muy técnico, pero bien marcado. Aun nos quedaban 11 km, pero lo duro ha quedado atrás. Ahora es cuando los expertos en la técnica de la bajada empiezan a aparecer. Han ido guardando fuerzas todo el tiempo. Yo los miro como bajan, parece que las rocas los quieren y no se mueven cuando ellos las pisan….que envidia me dan. En un requiebro del sendero, me vuelvo a encontrar con otro viejo amigo. Es el Pinsapo, estamos otra vez dentro del Pinsapar de la Sierra de las Nieves. Me paro, no sé si a tomar aire o a disfrutar de las vistas. Me siento un privilegiado. Es un lugar precioso.
No puedo tomarme más tiempo, y sigo el sendero. Siempre bajando. La combinación de roca y tierra mojada no es buena. Un resbalón puede hacer que salgas con algún diente perjudicado. Hay que ser muy prudente, cosa que no observo en los que bajan como cohetes…a lo mejor es simplemente que ellos saben donde pisar y yo no…esa, también es otra historia. Había momentos en que el sendero se perdía entre una frondosa vegetación que, de paso, te arañaba las piernas….pronto llegamos al final del camino, y comenzamos a discurrir por una pista forestal. Km 13. Otro avituallamiento. Toca reponer fuerzas de nuevo. Ahora, la pisada no es técnica y podemos imprimirle más velocidad a la carrera. Voy solo. El silencio es mi compañero.
Voy llegando a la zona de huertas próxima a Tolox. La meta está cerca. Pero aun no he llegado. Se escucha un chapoteo de fondo, que rompe el silencio reinante, hasta ahora “roto” únicamente por el ruido producido por mis propias pisadas. Es un arroyo de aguas cristalinas, que baja de la montaña. Ya antes lo había cruzado, pero no era un arroyo, era un hilillo de agua…..pero a esta altura ya era mayor, se había convertido lo ahora veía. Veo a gente. Tengo que estar ya muy cerca. Pero no se ve Tolox. Otra vez el arroyo, pero ahora tengo que cruzarlo, y me doy el enorme placer de mojarme los pies en unas aguas casi vírgenes que bajan directamente de la montaña…..¿no es para sentirse un privilegiado?.
Se acaba el camino. Cemento y una pareja de la Guardia Civil. Señales suficientes para saber que he llegado al pueblo, no sin antes, claro, subir una pequeña cuesta. La gente que me voy encontrando por la calle me anima, me lleva en volandas, y con sus palabras voy limando los últimos metros. Con sus voces y palmas, te dicen “estás en tu casa, vuelve cuando quieras, eres de los nuestros”….así llegas a la meta, en Tolox. El Speaker grita tu nombre. Te abrazas con el compañero que ha llegado ya, y juntos esperamos al que viene detrás. Estamos todos. Buen trabajo.
Muy contentos. Ha sido una carrera dura, pero la montaña hace que se te olvide. La amamos y por eso, la respetamos, a cambio, ella se porta bien con nosotros.
Ahora llega la mejor parte. Una ducha con agua fría….sí fría, al parecer el termo estaba en el lugar equivocado y hasta que no hemos llegados nosotros, nadie había caído en la cuenta.
Esperamos a la comida. Aun no estaba. Mientras tanto, decidimos reponer energías tomando unas bebidas isotónicas especiales, que solo sabemos donde están los montañeros, que sirven para que se nos iguale el ph, que, no se por qué, pero la montaña afecta a los niveles del mismo. El cuerpo hay que cuidarlo, de eso los runners sabemos mucho. Anuncian que el menú especial del corredor está listo. Tenemos preferencia sobre otras personas (¿Otro privilegio?). Comida energética, sin duda….callos con garbanzos, eso, en mi pueblo, es un guiso de menudo ….también el cocinero del evento debía saber algo del ph.
De vuelta a casa, nos acordamos de los compañeros que no han podido venir. Un abrazo a German, el debía estar, pero sus pies no quieren, y a Ramón, el hoy ha estado en el memorial Miguel Ángel Gómez Campuzano, y por lo que sabemos, ha hecho una gran carrera. Enhorabuena.