Nuestro Compañero MANUEL MARIN MARIN nos narra su experiencia como Ultrafondista en los 101
13 de Mayo de 2012. Es “el dia después”….
Para los futuros marchadores, os digo que es un día precioso, y hablo el día después de haber realizado la prueba de los 101 km de Ronda…..aunque no es fácil.
Todo comenzó hace un año. Yo asistí como testigo mudo o como apoyo logístico a los participantes que realizaron la prueba el año pasado, que eso resumido es, que mi misión específica y única era traérmelos sanos y salvos de vuelta, porque después de 101 km, como que no se tienen muchas ganas de conducir, cosa que pude constatar la noche pasada en primera persona.
Sólo dos marchadores de Mairena. Antonio Crespo y este que os habla. La hora prefijada era las 5:30 de la mañana. El plan inicial era desayuno en Mairena y partida hacia Ronda. Nos dimos con un canto en los dientes cuando comprobamos que los sitios donde se puede desayunar a tan intempestiva hora estaban cerrados….claro, la gente tiene la santa costumbre de dormir. Cambio de planes. Junto con los marchadores de la localidad vecina del Viso del Alcor, Víctor y David, decidimos iniciar la ruta hacia Ronda, y ya encontraremos una venta o similar en donde desayunar. Nada de eso….a las 7:30 estábamos en Ronda. Bueno, algo bueno tendrá, seguro que podremos averiguar donde dejar las mochilas para los pasos intermedios. Así fue, averiguamos que era como siempre, es decir, en línea de salida.
Desde siempre he tenido la rara habilidad de ante lo desconocido, toparme o decidir la peor opción. Esta vez no iba a ser menos. De entre todos los sitios que había (y a esa hora eran pocos) para desayunar, escogimos el peor. Tal vez fuera por el eslogan publicitario que exhibían en la fachada: Desayuno de los 101 km, te damos un regalo…..ese eslogan nos provocó una fuerza irresistible, nos atrajo de tal manera, que no pudimos evitar la tentación de desayunar en tan privilegiado lugar. Nada mas entrar, constatamos de primera mano, lo que significa el término “publicidad engañosa”…caímos como pardillos, y además el regalo era un “pañolito” verde….gensanta, como te atreves a semejante reclamo publicitario, siendo un incompetente, como pudimos comprobar de primera mano…..además, el café prometía a hacer que la primera parada en carrera, fuera antes del primer avituallamiento, y no para beber nada.
Nada, es lo que hay. Nos preparamos y con las mismas nos encaminamos al nuevo campo de “furbo” que es de donde se encuentra ubicada la línea de salida. Mientras nos dirigíamos hacia la misma, nos encontramos con dos ultrafondistas de probado prestigio que desde las 5 de la tarde del día anterior, se encontraban realizando la ruta de las dos primeras ediciones de los 101 de Ronda, para seguidamente, hacer los 101 km de la edición actual….y digo yo….llevo un año mentalizándome para el día 12 de Mayo por mis primeros 101, esta gente, que empezaron ¿hace 2 años por sus primeros 202?, desde luego, en este mundo del ultrafondo, cada día hay algo que te sorprende, y hace que tus retos personales te hagan sentirte con un vulgar “pichiruchi”, de cualquier manera, los admiro profundamente, y en el desarrollo de prueba, mas de una vez me acordé de ellos.
Una vez entregada las mochilas en el sitio pertinente , nos encaminamos al interior del campo de “furbo”. Son las 9:00 de la mañana. Tenemos que esperar 2 horas hasta que nos toque iniciar la prueba. En esas dos horas, pasan muchas cosas por tu cabeza, pero por la mía, parece que solo circulaba la idea, de “cállate la boca, no hables, y no transmitas tu miedo a nadie….así, calladito estás mas “guapo”. Con estas premisas, mi única actividad digna de mención, fue hacerle una foto a la cabra (carnero) de la Legión, para constatar mi presencia en el evento y hacer de testigo mudo de la gran afluencia de “benditos locos” que se atreven a semejante reto. Aquí quiero hacer un paréntesis, para decir, que no me atreví a llamarte, Rosa, aunque si te busqué….demasiados nervios, demasiado miedo, demasiada inseguridad….en resumen…..estaba muuuuyyyyy asustado.
Llegan las 10:30 y salen los ciclistas y duatletas…..casi 30’ de desfile de bicicletas. En ese momento, mi único deseo era cambiarme por ellos, no por ir en bici, si no por comenzar….sólo quería comenzar, que fueran pasando las horas y los kilómetros, e irme encontrando conmigo mismo.
Las 10:50. Tras un breve discurso del comandante en Jefe del Tercio de la Legión, es lanzado el cohete que nos pone tensos…..pero por fin….estoy corriendo. Por delante de mi, 101 Km. Mis amigos “no corredores” no entienden este reto, mis amigos “corredores”, excepto aquellos que lo han hecho, tampoco. Pero allí estaba yo, uno entre miles, con todo el día por delante, para hacer realidad mi sueño como corredor de fondo: los 101 Km de Ronda.
Vas por las calles de Ronda, que ese día se tira al ruedo, y hay gente por todos los rincones. Te animan, te aplauden, hasta hacerte olvidar por completo, que en realidad sólo has comenzado. La concentración no debe perderse y no es bueno dejarse llevar por las sensación de poderío que te invade cuando ves semejante exhibición de admiración por parte del respetable. No parece muy distinta a otras carreras.
Salimos de Ronda. Nos encaminamos, por caminos rurales con rampas, en principio cortas, pero duras, hacia la población de Arriate. Entramos, y enseguida, comienzan los gritos de ánimo de la gente, que se tira la calle para ver el paso de la carrera estrella del ultrafondo en el sur de España. Hemos entrado bajando una cuesta de varios kilómetros……pronto, al salir del pueblo, y tras un breve baño bajo una manguera que una niña sostenía en sus manos, comenzamos el primer tramo serio de la prueba. Una rampa, en donde transitábamos “encajonados”, sin aire, y bajo un sol de justicia. La cuesta, de varios kilómetros de longitud, te enseña, la extrema dureza de la prueba, cuando se realiza con las condiciones con las que se ha realizado este año. Al inicio de la misma, un puesto de avituallamiento (había uno cada 5 km más o menos). Comemos algo de fruta, bebemos agua y bebida isotónica, y seguimos “zumbando” como diría el peluca. En menos de 10m, me encuentro con el primer desfallecido. Un marchador, con síntomas de deshidratación. La temperatura, era alrededor de 40º, la sensación térmica, del que va corriendo, es muy superior. Durante toda la subida, nos fuimos encontrando con un reguero de personas que no pudieron resistir el envite del “Lorenzo”. No había sombra, no corría el aire, estabas tú sólo, con tus miedos. La mente se fortalece instantáneamente y toma decisiones sobre la marcha. Para regular la temperatura del cuerpo, desde ahora, David (mi compañero) y yo, de vez en cuando, haremos tramos caminando, para evitar un golpe de calor. Así lo hicimos, y parece que nos funcionó.
Ahora, nos dirigimos hacia Alcalá del Valle, sobre el km 50. El calor, era terrible, el ritmo no podía ser muy alto, pero los km iban pasando, y nos encontrábamos fuertes y con ganas. El sol, incluso a esas horas en que parece que va perdiendo fuelle, no daba tregua. Yo no voy bien cuando el calor aprieta, pero una cosa es un entrenamiento, y otra son los 101 de Ronda, te aguantas con lo que tienes. A la salida de Alcalá del Valle, hay una cuestecita, hormigonada, de unos 200 metros, que si desde arriba, tiras una canica, con la velocidad que toma, como te dé en un pié, te lo parte…la rampita, se las trae, y nosotros subiendo con el hígado asomando por la comisura de los labios, y una paisana, paseando por el mismo sitio, con las bolsas de la compra. Se te queda una cara de circunstancia, de idiota, de no se qué, pero bueno, con el orgullo herido, continúas. Unos metros más adelante, nos encontramos con Antonio, que iba en solitario desde el km 20 más o menos. Llevaba los gemelos congestionados y el alma rota. Nos invita a seguir, y dejarle atrás. No lo veo justo, caminaremos contigo un rato, luego ya veremos. No se recuperó, y le abandonamos a su suerte. No me gustó, pero casi, nos obligó. Mas tarde, supe, que abandonó. Era su tercera vez, y en esta ocasión, sucumbió al sobreesfuerzo que este tipo de pruebas requiere.
Con un puñado en el pecho continuamos, por zona de cultivos que nos conducía directamente hacia Setenil de las bodegas. Allí nos esperaba una merienda y ropa limpia. La entrada de Setenil, da la sensación que se hace por la puerta de atrás. Ni un alma por la calle. Mi compañero y yo, llegamos a la conclusión, que todo el mundo estaba durmiendo la siesta, por otra parte, muy normal, a la vista del calor que hacía. Cuando llegamos a la zona de las viviendas y locales que hay bajo la roca, allí estaba el pueblo entero, eso sí, con su cafelito/heladito/bebida espirituosa, capeando el temporal….pero cuando aparecimos los corredores, se pusieron de pié y nos aplaudieron hasta hacernos enrojecer de orgullo…..detalles como ese, te hacen volver.
Llegamos al sitio escogido por el Tercio de la Legión como lugar de avituallamiento. Recupero una mochila, de la que rescato una camiseta limpia, hago acopio de frutos secos y sales minerales y un par de calcetines limpios. Cuando me quito los calcetines que llevaba, veo que tengo una ampolla en el talón del pié izquierdo del tamaño de un balón medicinal…claro, ahora no me cabe el pié en la zapatilla. Por una extraña razón, los pies se van hinchando, y parece que cuando corres, la talla de tu calzado aumenta a razón de 2 números mas cada 10 km….así que a la altura de Setenil, yo que llevo normalmente un 41, podría ponerme perfectamente las pantuflas de Fernando Romay, y me estarían justas…..
Llega Antonio, roto, completamente roto…aprovecho para decirle a mi compañero, quédate con él, que yo voy a entrar en la clínica de podología a quitarme el balón medicinal del talón. Tras una breve reprimenda del podólogo, por haber obviado la visita a mi podólogo de cabecera, y por tanto, la consecuencia, era la protuberancia que se adhería a mi ser, y la posterior cura, por cierto, mano de santo, continuamos con la marcha. A estas alturas, Víctor ya ha llegado, se quedó rezagado para ver si conseguía que otro compañero no sucumbiera ante los envites de su cerebro, pero no lo consiguió, y en su afán por llegar hasta donde estábamos, su cuerpo sufrió un desgaste, que hizo, que ya no pudiera recuperarse.
Parece que el sol se va escondiendo, pero maldita sea mi suerte, en su recorrido hasta el ocaso, lo llevo de cara, y aun, llevaba mucho calor. Diré, que el calor me acompañó hasta la mañana del día siguiente, hora en que mi cuerpo ya había soltado el calor almacenado en la carrera, para seguidamente, hacer acopio del día que amanecía.
Pasado Setenil, el siguiente avituallamiento, estaba situado en una zona de cultivo, colocado a posta, antes de otra de las rampas serias, una subida, de unos 5km, que ya nos conduciría a la senda del cuartel. Pero llegar al cuartel no es tarea fácil. Hay que bajar una cuesta hormigonada, como la de Alcalá de Valle, pero con una longitud kilométrica, sujetando tu cuerpo para que no sea vencido por la fuerza de la gravedad, con los músculos, que a estas alturas, ya estaban empezando a mostrar síntomas de agotamiento, los cuádriceps. Bajando la rampa, comienza a anochecer. Y sabíamos, que de noche no íbamos a correr demasiado. Un tropezón y la posterior caída o una torcedura, a estas alturas, sería fatídica. Hay que ir con cuidado. Un camino, nos conduce a un arroyo, el arroyo a la vía del tren, y allí, alguien se acerca….El peluca…..mis compañeros, han venido a acompañarnos en esos últimos 30 km. El resto está en el cuartel. Llevan media tarde esperando, sólo para darse una paliza, pero, con el único afán de hacer más llevadera la última etapa. Son compañeros de verdad. Algunos ya han hecho esta carrera, y saben de su crudeza. Saben que cualquier cara conocida es bienvenida. Al llegar al cuartel, está José Manuel, Sergio, y Juanma…..¡Ay! Juanma, más contento que unas pascuas, sólo por estar allí…todo un año planeando el día 12, y un mes antes, sus tripas deciden salir a pasear…gensanta.
En el acuartelamiento de la Legión, una cena ligera, en mi caso 2 yogures y una coca cola (hacía años que no tomaba ninguna y este día me tomé 3…claro esos azucares que le ponen que no engordan a nadie, a los corredores nos vienen de perlas). Me vuelvo a cambiar de ropa, y esta vez me pongo la amarilla. Ahora, parecíamos un equipo de los que participaban en la prueba. Poca gente se dio cuenta, de que no era así. Antonio, ya se ha retirado de la prueba. Su rostro delata que no se encuentra bien. Ahora, a descansar.
Nosotros, ahora, David, José Manuel, Sergio, Germán y yo, continuamos la marcha, hacia la famosa e inigualable “Cuesta de la Ermita”. Nada mas comenzar la subida, detecto en ciertas zonas de mi cuerpo, que el sudor, y el rozamiento, han hecho un desgaste en mi piel que me escuece. No me deja dar pasos demasiado largos, el escozor es fuerte. De momento no digo nada, pero en las últimas rampas de la cuesta, tengo que decirle que he de ir más despacio, por problemas personales…… El peluca, no calla, toooodo el santo tiempo con bromas, y comentarios al uso, para hacernos reir, por lo menos a los dos que llevábamos ya 90 km “en el lomo”. Es en este punto cuando se da cuenta de un detalle. La bandera, se ha quedado en Mairena. Mal hecho, el presidente, muy afectado, entra en una especie de depresión, que hace que en más de una ocasión temamos por su estabilidad mental, ahora debilitada por el fatal suceso.
Es noche cerrada, ya casi no se puede correr, los caminos están llenos de hoyos, rocas sueltas, y los frontales no ayudan a esa “tridimensionalidad” necesaria para correr con un mínimo de seguridad, aunque Sergio, llevaba un frontal, que mas de un Tren lo quisiera para sí. Eso le obligaba a ir el primero.
Nos encaminamos, hacia un sitio que el año pasado me encargué de familiarizarme con él. La cuesta del cachondeo. Es la última que te encuentras, cuando la subes, ya estás en Ronda. En algún punto de su recorrido está el km 100. Es una cuesta, que yo he subido estando fresco, y cansa y hace daño….con 100 km de mas, no os podeis imaginar la pupa que hace. David, puede subir mejor, y se marcha. Todo el afán de José Manuel era decir: “Ya estamos ahí, detrás de esta curva, se acabó”. Que buena persona….por supuesto no le conté que la conocía casi como la palma de mi mano.
Estoy en Ronda. Mis compañeros, después de convencerme que tenía que entrar corriendo (aunque yo estaba seguro que mis piernas si podrían, eran los problemas de rozamiento los que mermaban mi confianza), se ponen detrás de mí. Puedo imaginarme la estampa. Incluso, comenzaron una serie de canticos, que en la segunda estrofa me dieron ganas de variar el recorrido hasta meta, para que nadie pudiera identificarnos como compañeros....gensanta….correr, corren muy bien, pero lo de cantar necesitan un cursillo intensivo de años de internamiento. Pero, sinceramente, me emocionaron, consiguieron que durante un instante, o unos metros, me sintiera protagonista de no se que película de mi vida.
Me acerco a la Alameda, en donde está la meta, allí está nuevamente Juanma, con su cámara en ristre inmortalizando el momento…..me dejaron sólo. Metros antes de la meta, oigo mi nombre, está mi hermana con su familia. Ellos estaban seguros de que llegaría. Para mí, los primeros 101 de Ronda han terminado. Me ponen mi último sello en el pasaporte. Estoy cansado.
Atrás han quedado más de 15 horas de agotamiento extremo, sufrimiento y satisfacción, primero por la prueba terminada y luego por que te das cuenta que no estás sólo.
En las horas transcurridas desde que se terminó la prueba, no he conseguido transmitirle a mis piernas que ya se ha terminado. Aun cierro los ojos y sigo viendo Serranía de Ronda, vega, rampas, y gente extenuada al borde del colapso. La prueba de este año ha infringido un severo castigo a todos los participantes. El sol, ya castigaba a las 9:00 de la mañana, pero esto es así. Es una lucha contra el tiempo, la distancia, el clima y sobre todo contra uno mismo, y si eres fuerte, has vencido antes de comenzar. Lograr terminar los 101 km de Ronda, por si alguien lo duda, es muy difícil, y muy duro, pero yo he tenido la inmensa suerte de tener los compañeros que tengo. Juanma, José Manuel, Sergio, Germán….no sé como agradecéroslo, pero aquí me tenéis, aunque, a alguno he tenido que obligar, bajo extorsión a que portara mi sudadera durante 30 km…..un besito “mamía”….y por Dios Santo, nunca mas, jamás de los jamases, se te ocurra gritar “BUITRES AQUIIIIII ME TENEIIIISSSS”, de madrugada, pues creo que mas de uno se tiró al suelo, apagó el frontal, y esperó a que la singular comitiva pasara de largo.
A mis otros compañeros, a los que desde la distancia me estuvieron siguiendo (Enrique, Isaac, Jorge, Manuel, Segis, Birginia, Francisco Javier, Andrés, Ramón, Sofía, One…..perdonadme si me olvido de alguno) muchas gracias por vuestra confianza, en algunos momentos, solo el pensar en vosotros me hacía continuar.
A mi madre, a mi hermano José Antonio, a mi hermana Consolación, gracias, sin vosotros, no soy nada.
Y ya me retiro a descansar. Ahora tengo que recuperarme, sobre todo físicamente, y pensar que el año que viene hay otros 101 km en Ronda.
A todos……Gracias por confiar en mi, mas que yo.