DOS MAQUINAS |
I CARRERA X MONTAÑA CENES DE LA VEGA.
Domingo, 24 de junio de 2012, San Juan, y en las faldas de
Sierra Nevada ya todo el mundo sabe que ha llegado el verano. La noche antes la
gente ha quemado en las hogueras las penas pasadas y se ha felicitado por el
tiempo nuevo que nos llega: el tiempo de los helados, las piscinas, las
chanclas y … el calor.
Son las 8 de la mañana y en el polideportivo de Cenes los
primeros corredores se dan los buenos días en la fila que se empieza a formar
para la recogida de dorsal y chip. Veo muchas Salomon en los pies, botellas de
bebida energética a la cintura y gente que ya se está tomando algún gel: ¡a ver
donde me metiooo!.Mi mujer me advierte: “Niño, ¡aquí hay nivel! ¡Yo veo a mucha
gente más fuerte que tú!” “Je,je. Gracias por los ánimos, mamía”. La verdad es que
sí. Poca barriguita y mucho cuádriceps veo yo aquí. En fin, se hará lo que se pueda,
como siempre. Si total, a los Buitres del Ultrafondo, lo de llegar antes o
después nos da igual! Sí, sí!!!!
Me pongo en la cola y aparecen los míos: Win con la cámara en
ristre y Ramón ya preparado para devorar pendientes. Intento pinchar a mi Win
para buscarle un dorsal, pero no pica. Luego lo lamentará (como si no lo
conociera… con la de laeras que hemos subió juntos) Lo que viene ahora es todo
un ritual: “Killo, ¿dónde está er servisio?, Mira, ya están ahí los de tal
club, están en tos laos estos tíos (¡que nosotros no!), esta gente tiene pinta
de haberse criao por aquí, si no mira las patorras que tienen, killo, que tengo
que ir ar servisio otra ve”. Er Win, ese pedazo de retratista que tenemos, nos
hace unas fotillos y nos vamos para el globo, que esto está ya a punto de
empezar.
Ya en la salida preguntamos por los avituallamientos, que
serán 4: en los kms 3,5,9 y 13. ¿dos en sólo dos kms? ¿Cómo será la cuesta, mi
arma? Suena un cohete y le damos al reloj. Al contrario que en muchas otras
pruebas, la gente no sale disparada, si no a un ritmo cómodo, y eso que el
terreno es favorable. Nadie quiere pecar de listillo. Tras un primer km de
pista ancha, giramos a la derecha para tomar un sendero de apenas un metro de
ancho que discurre bajo un bosque de galería y a la orilla de un río. Precioso.
Además, en sombra. Lástima que lo bueno se acabe tan pronto. Justo en el km3,
el camino vira de repente a la izquierda y ahí nos la den todas: aparece el
sol, la arena, las piedras y sobre todo una cuesta que parece una pared.
Empezamos así una ascensión que no nos dará tregua hasta llegar al km9. A las
pendientes empinadas le suceden otras aún más exigentes y la gente empieza a
distanciarse. Sólo se oye la respiración de los que en fila india nos
preguntamos si no se habrán equivocado y nos están llevando directamente al
Veleta. Nadie habla. Tratas de ayudarte empujándote en las rodillas. Miras al
suelo porque no quieres ver cuánto te queda para la cumbre, pero enseguida
entiendes que para respirar hay que levantar la cabeza. Abrimos la boca y
parecemos peces fuera de la pecera. Cuando llegamos al primer avituallamiento
lo encontramos lleno: la gente se agolpa y bebe a dos vasos agua e isotónica.
Todo el mundo se para, hasta los que llevan mochila. Llevamos sólo dos kms
subiendo pero nos han parecido veinte. Me acuerdo de mi German: “Siempre
queriendo”. Vamos para arriba. 2 kms más con cuestas aún más inclinadas. Los
que van delante van avisando: “Aquí viene la del 42% de desnivel” “Ah, ¿pero
esa no la habíamos pasado ya?” “Yo ya he contado por lo menos 4 cuestas del 42%
p má”. Segundo avituallamiento: más gente “otavía”. El agua está helada pero al
echártela por la cabeza suelta “humito” como
cuando pones la sartén de los huevos fritos bajo el grifo del fregadero.
Para arriba otra vez, ya sólo quedan dos
mil metros de subida. Km8 y en un falso llano la gente se viene un poco arriba
y empieza a decir tonterías. No sé si es por la altitud o por el subidón de
adrenalina, pero por primera vez en una hora la gente abre la boca para otra
cosa que no sea meter oxígeno para adentro. Yo me acuerdo de los de mi club y
suelto “¡Buitres, comerme!” La gente me mira, pero no dice nada. Total, aquí el
único que no está loco es el guarda ese de la moto. Y me imagino que aquí, a mi
verita, están los José Manuel, Wins, Germán, (hasta er Burra, que esta vé no
está ni lesionao ni na), etc, que me
dicen: “No ponerse sentimentá, hombre” La
cumbre es preciosa. Vamos por un senderito en lo alto de la montaña: a
izquierda y derecha valles y pueblos blancos. Tercer avituallamiento. ¡Vamos a
la sandía, niñaaaaa! No me ha sabido más buena en mi vida. Empieza el descenso
y pienso en mi Ramón: ¡cómo habrá cogió el armamía la cuesta abajo! Dos kms a
buen ritmo nos hace ser optimista: si toda la bajada es así… . Pero vuelven las
cuestas y hasta el 13 otra vez la senda de los elefantes: nadie adelante a
nadie. El último puesto de agüita y cuatro kms para meta, todo para abajo, pero
demasiado para abajo: las pendientes son máximas y no podemos correr: gastamos
todas las fuerzas en frenar el cuerpo, y las plantas de los pies queman, los
pinchazos en cuádriceps y abductores son continuos y estamos a punto de besar
el suelo más de una vez. Por fin llegamos al fresquito de los árboles que nos
dieron la salida. Ya se ve el puente, a la familia (mi Javier con la bandera de
la selección) y al Win haciendo fotos. Pasamos el globo. Se acabó. Ramón, que
ya lleva un rato descansando, me dice que ha sido segundo. ¡Qué monstruo! ¡Lo
de este tío es increíble! ¡felicidades, campeón! Mi mujer me dice que llevaba
muy mala cara. La de estar dos horitas peleando con esta sierra. No pasa na.
Mañana se me ha olvidao.
Bueno, se nos está acabando la temporada. En el último año
hemos corrido en Jaén, Cádiz, Málaga, Sevilla, y ahora también en Granada. No
está mal, para ser el primer año, ¿no? Pero este club está echando los dientes,
y, si Dios quiere, aún nos quedan muchas
montañas que subir y muchos caminitos por recorrer. Gracias a nuestros
patrocinadores. Seguid confiando en nosotros, no os defraudaremos.