Si te gusta correr por la naturaleza, disfrutando, sin ritmos ni tiempos, únete a nosotros
lunes, 21 de octubre de 2013
IV ULTRA TRAIL TURDETANIA
TURDETANIA ‘13
La del domingo no fue una carrera más. Y no lo digo por la distancia ni la dureza, otras hemos corrido más largas y exigentes, sino por el espíritu de solidaridad y compañerismo que vivimos durante toda la competición.
No fue fácil. Diez tíos decidieron olvidarse de sus ritmos, esconder sus egos, y decidieron darlo todo, pero no por sí mismos, sino por el grupo; quisieron y supieron sacrificarse por los demás para compartir alegría y sufrimiento. Desprendidos y generosos quisieron dar el gel, las sales o el anti-inflamatorio al que lo necesitaba, aunque este no lo pidiera y aunque pudieran echarlos de menos más tarde; optaron por detenerse para ayudar al que sufría calambres aunque al hacerlo aparecieran los suyos; no duraron en darse la vuelta para recorrer unos cientos de metros más con tal de recuperar al que se quedaba sin fuerzas. ¡Qué espectáculo! Él que ocupaba la cabecera sabía que no podía acelerar, que tenía que llevar el ritmo adecuado para que el que lo estaba pasando mal no se descolgara. El que iba detrás sufría más pensando que sus compañeros se estaban sacrificando que por los mismos dolores. A más de dos vi que, tras pasar un mal momento, se iban a los primeros puestos para relevar a los que tiraban del grupo, y hacer un esfuerzo sobrehumano por ayudar aunque las piernas ya actuaran por inercia y sintieran mil punzadas en los cuádriceps o los gemelos.
Si he de quedarme con un momento, me viene a la cabeza lo que ocurrió un poco después de Castiblanco, cuando, tras dejar el sendero que serpenteaba paralelo a la carretera, desembocamos en la pista que entraba en el olivar. Allí, después de varios kilómetros de ir en fila india, nos agrupamos y de forma espontánea empezamos a darnos gritos de ánimo, todos mirándonos unos a otros anticipando el momento de la llegada, con los vellos de punta y los ojos acuosos. "Ya sí, ya sí llegamos juntos".
Esas sensaciones no se olvidan fácilmente. Todas las horas de entrenamiento, los madrugones de los domingos, las tardes de calor… cobran sentido en momentos como esos. Pasará mucho tiempo y en cualquier reunión, asamblea, ratito en el bar de Isaac, cena de Navidad, volveremos a emocionarnos rememorando ese sentimiento, y más de uno dirá… "yo estuve en la Turdetania del 2013 y ¡eso sí que fue la leche!"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
si señor sobran las palabras.
ResponderEliminar