Es domingo. A mí, a José Manuel, Isaac y Ramón nos toca madrugar. Vamos a Andújar, Jaén. Tierra de olivos y buen aceite…y tengo que añadir, que este domingo, estaba anegada…demasiada agua.
XII Carrera Pedestre Sierra de Andújar. Subida al Santuario de la Virgen de la Cabeza por el camino viejo.
Llegamos temprano, incluso hemos tenido tiempo de desayunar tranquilos por el camino. Una vez solventados los problemas de exceso de peso, nos cambiamos y nos vamos a la plaza del ayuntamiento, lugar donde está situada la meta. Tengo que contaros, que esta carrera no es de tipo circular, es decir, salida y meta se encuentran en el mismo sitio. En esta ocasión, salimos de la localidad, nos adentramos en Sierra Morena y casi en línea recta, llegamos al Santuario. Una vez allí, la gran mayoría de corredores, fuimos devueltos de nuevo al punto de origen en un Autobús, que parecía de 2 tallas mas, de las que admitía la carretera.
El primer kilometro es dentro de la ciudad, luego nos adentramos poco a poco, a través de un camino, en la Sierra….es una subida continuada, sin descanso, hasta el km 8…en la organización nos aseguraron que había un par de llanos….yo, personalmente no los ví. Esta primera rampa fue dura. Suelo de pizarra curtido por el agua, que algunas veces aparecía corriendo hacia donde tú estabas...incluso, una pequeña catarata, que cuando la ví, pensé..”no me voy de aquí sin pasar por ti…”. Mucho barro. Zonas de tierra empapada por las lluvias, hacían algunas veces las delicias de más de un patinador improvisado.
Lejos. El primer avituallamiento, estaba demasiado lejos, se hizo eterno. Creo que esto pasó por la imposibilidad de acceder a la zona con vehículos. La senda era estrecha. Este primer tramo, terminó en la Ermita de San Ginés. Casi sin tregua, una bajada. Tierra suelta, agua y piedrecillas…mala combinación, sobre todo, si como yo, te llamas “Johnny sin frenos” o “Tony el resbaladizo”. Tramo largo, que acaba en el rio Jándula.
Avituallamiento. Esta vez me pongo las botas con las naranjas. El cansancio ya hace mella. El lugar era de postal. Un puente viejo, estrecho, pero a punto de que la crecida del rio le gane la partida. El agua estaba muy cerca del borde. Alguien, nos sopló que quedaba un tramo corto llano, pero que luego los siguientes km eran prácticamente verticales. Miras a la sierra y buscas el santuario. No se vé. La sensación es de que lo han ido moviendo durante el transcurso de la prueba. Cada vez más lejos y más alto.
Los caracolillos. Así se llama la zona. Es una calzada romana, hecha a base de abancalamientos, para vencer el fuerte desnivel. Hace pupa…las piernas ya te dicen..”¿Aquí cuando s’acuesta uno?”… no hay descanso. Vemos advertencias de lo que queda, pero ¿como es posible?…¿todo esto queda? o lo que es peor ¿todo va a seguir siendo así?...dremiadelamorhermoso…..
Al final, parece que nuestras plegarias fueron oídas y la pendiente se hizo más suave…y casi sin querer llegamos al Santuario. La meta está situada en el lugar donde se celebra la romería más antigua de España. La gente que allí se encuentra es una amalgama compuesta por corredores y peregrinos. Lugar para volver sin duda, pero esta vez, si puedo, subiré de otro modo más civilizado.
Cada vez que uno participa en una carrera de montaña, durante la misma te arrepientes muchas veces de estar allí. Son duras, muy duras. La misma montaña, un poco más adelante, hace que te arrepientas. Lo que ves, hace que te tragues tus propias palabras para que nunca sean pronunciadas. Te sientes afortunado por poder estar ahí, te sientes afortunado por poder compartir eso con tus compañeros. Te sientes afortunado, simplemente.
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