¿Y por qué no?
He ahí la pregunta que siempre me ronda en mi cabeza y que me respondo yo misma, contradiciéndome continuamente. ¿Puedo yo correr una carrera de montaña, con tantos kms, con tanto desnivel, con tantos obstáculos?. En ocasiones me digo ¿y por qué no?, si otros pueden; y en otras me digo no podré terminar, haré el ridículo. Pues bien, hoy ha sido mi gran día :-)
La mañana comenzó mal. El tiempo no acompañaba, caía un chaparrón ahora
si, ahora no y cuanto más cerca de Montellano, más nubes negras había
sobre nosotros. Con lo cual se incrementaban aún más mis miedos. Una vez
en Montellano, miré a mi alrededor y vi que había más mujeres y pensé
que si ellas podían, ¿yo por qué no?. Y así empezó la carrera con un pom
de un cohete y echamos a correr con mucho miedo, sin saber como es
verdaderamente una carrera por montaña.
Cuando comenzamos y vi la primera subida pensé que no podría pero me
tranquilizé cuando vi que todos, o mejor dicho casi todos, andábamos. El
sendero, que me pareció malo al principio, resultó ser el mejor tramo
de la carrera. Cuando nos íbamos adentrando en ella, lo iba comprobando.
Pero a pesar de ello me gustaba cada vez más. Me gustaba ver como cada
paso era un reto para no resbalarme debido al barro
del sendero, para sortear las piedras y las ramas, para pasar entre la
vegetación arañándome las piernas. Y sorprendentemente, reirme de todos
esos resbalones y caídas, incluso, que tuve. Pero ahí estaban mis dos
compañeros que me escoltaban y me indicaban por donde debía ir y que por
supuesto sin ellos, no lo hubiera conseguido.
Y lo mejor de todo es la cima. Mirar desde lo alto y ver lo que
has hecho y como otros van por donde tú ya has ido. Y no te lo crees. No
crees que hayas estado allí. Si malo fueron las subidas, peor si cabe
fueron las bajadas. En estas, crees que puedes aligera, pero el terreno
te lleva a poner los pies de nuevo en el suelo. Bueno, los pies y las
manos y rodillas y el culo vaya.
Pero a pesar de todo, lo repetiré. Me parece más gratificante que correr
por asfalto, donde lo único que ves son como mucho casas a tu alrededor
y donde los corredores no te pueden hablar porque no pueden perder el
tiempo para ello.
Finalmente mi agradecimiento a mi marido, aunque no lo crea, he
disfrutado la carrera. Y a mi otro escolta y compañero Ramón Anera, por
acompañarme durante toda la carrera.
PD: me ha costado más escribir estos cuantos párrafos que la carrera de hoy.
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